coq & lele en casapueblo. a falta de hit estival, tarareamos aca hay verano: el pegadizo jingle de los celulares. la rutina de playa (chapuzon incluido) + barco se vuelve sana costumbre y mientras navegamos, con la isla gorriti a un lado y el skyline esteño al otro, coq ensaya una reflexion sobre la inconveniencia de vivir de espaldas a la naturaleza.
a pocos metros, dos cruceros gigantes ensucian el mar y el paisaje. a quien le importa que contaminen, si traen a la costa dolares frescos de turistas top. ¿hambre para mañana? no hay problema: a largo plazo, todos habremos muerto.
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atardecemos en punta ballena, en la casapueblo de paez vilaro (aka casacampo de perez vilaro, segun rebautiza lele). frente a una escultura, coq denuncia plagio a miro. tambien se advierte la influencia gaudiesca & mediterranea en la construccion: ¿ya nada queda por inventar?
una ovacion despide al sol cuando el oceano lo traga. tanto aplauso incomoda al astro rey, que apura el paso en el tramo final antes de esconderse. apenas hago mi trabajo, parece respondernos con impostada modestia.
volvemos al centro cuando la noche agita sus primeros vientos. en el cocomovil se enciende la vela puerca, pero del auto sale olor a reggae.
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asi como lo bueno es mejor que lo ideal, prefiero lo pesimo a lo malo: entre otras cosas, porque despues de tocar fondo solo queda rebotar; porque la resignacion alivia el dolor de la derrota; y porque el fracaso rotundo -encarnado en esa paliza del enemigo intimo, que se repetiria dias despues- provoca, incluso, un modico y perverso placer.
encrucijada existencial: con uno mas, river tiene la pelota pero adolesce de ideas. para colmo el delivery demora una hora eterna, aunque la roti queda en la otra cuadra. el botija que atiende mi reclamo telefonico contesta con esa calma imperturbable de los uruguayos: ya esta llegando, amigo.
apagamos la tele y agotamos el repertorio de insultos. en moby dick, el bar mas careta del puerto, beberemos pilsen hasta olvidar.
genial
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