en una reciente nota sobre rio en el pais de madrid, definian al sambodromo y al maracana como las dos catedrales que conforman, junto con la de san sebastian, una suerte de triangulo sagrado en la geografia de la ciudad.
me parecio una metafora preci(o)sa. los cariocas, de hecho, acuden en masa a estos tres sitios y despliegan en ellos los rituales de un culto politeista: creen en el dios oficial (ese cuya reencarnacion los vigila desde la cima del corcovado) y adoran, con identico fervor, a las divinidades paganas del futbol y del carnaval.
pero no se circunscribe a sus grandes templos la fe que profesan en rio. alli, como en buzios, en paraty y en ilha grande, todos los rincones y todas las conductas aparecen impregnados de una singular pasion religiosa. cada playa es un santuario; cada batucada, una misa; cada alambique de cachaca, un altar; cada plato, una ofrenda; cada melodia, una plegaria.
la gente, en esta baldosa del mundo, vive aferrada al indiscreto encanto de lo venerable.
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