vip. pertenecer tiene sus privilegios: con harapos hippies y espiritus yuppies, copamos el salon de american express y nos autoacuartelamos alli durante horas, hasta que no queda bocado sin probar ni tiempo de ociosa espera que consumir.
apoltronados sobre los sillones vip, leemos en los diarios de hoy la cronica de un fin de semana de furia en la ciudad. "estado de sitio en copacabana", titula o dia.
las pandillas de las favelas han librado una batalla feroz en la guerra por el control del narcotrafico, esta vez en el corazon mismo de la rio turistica. no fue la primera, no sera la ultima.
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el llamado a embarcar aborta nuestro sueño ejecutivo.
y el carreteo del avion, un rato mas tarde, apaga la ilusion de la dicha eterna: contra lo que promete aquel mantra pagano de origen incierto, la alegria siempre tiene fin. solo que los brasileños han desarrollado la extraordinaria virtud de negarlo.
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