cachoeira da feiticeira.
desde aquel zapping inicial la primera noche en buzios, casi un acto reflejo al ingresar a la habitacion, no hemos vuelto a encender la tele. apenas prendimos el celular para enviar un par de mensajes tranquilizadores a las respectivas madres. y solo chequeamos mail una vez, hace ya siete dias.
no se quien subio fotos a facebook, a cuanto se fue el dolar, como salio river ni que hay de nuevo en el blog de los pibes. pero ya tendre tiempo de enterarme: por ahora, y sin llegar al extremo de la desconexion absoluta, las vacaciones suenan bien en version unplugged.
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guiados por paulo, que a sus 13 o 14 años sabe mas de esta isla que de la vida misma, nos adentramos en la madre de todas las trilhas: la que lleva de la playa de feiticeira a la cascada homonima. atravesamos pendientes imposibles, senderos abismales y embarrados, arroyos, arboles, bichos y piedras. todo bajo un calor espeso y humedo.
me siento como si participara de expedicion robinson, pero sin julian weich ni una pila de billetes esperando al ganador. al final del camino solo aguarda la cachoeira, con la promesa de un chapuzon y un masaje natural bajo la furia del chorro eterno. nada menos, nada mas.
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todos tenemos, mas o menos desarrollado, un costado miserable; lo cual no significa que merezcamos inexorablemente la reprobacion moral. pero existen determinados gestos o conductas que, por si mismos, cierran las puertas del cielo y colocan a las personas en la vereda del mal o en aquella otra, igual de oscura, la de la estupidez.
tirar las colillas de cigarrillos al mar, como hace el yanqui con el que compartimos barquito en el paseo a saco de ceu -y como vimos hacer a algunos otros turistas a lo largo del viaje-, es uno de esos actos.
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por suerte, subidos al mismo barco tambien navegan personajes harto mas agradables, como la mini geri grossman y su calvo novio.
ellos nos prestan sus antiparras para que podamos contemplar la estrella naranja que, imperturbable, brilla en el fondo del mar frente a la praia do amor (el refugio donde machos y hembras de esta especie cometen el pecado de la lujuria). y ellos, tambien, nos recomiendan -con detalladas directivas sobre como llegar- la posada que, desde mañana, va a alojarnos en la magica & misteriosa paraty.
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paciencia y perseverancia mediante, damos por fin con el lugar y el momento indicados para nuestra merecida panzada de feijoada. y aqui interrumpo el relato: mis recuerdos del dia 12 empiezan a nublarse justo despues del ultimo sorbo de la segunda dosis de cachaça.
7.4.09
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